Una buena historia necesita una estructura firme. La trama es ese esqueleto.
Debe tener un inicio donde presentes al personaje y el mundo, un punto de giro que lo saque de su zona de confort, un clímax donde todo se define y un final que cierre el arco.
Pero no alcanza con que tenga forma: también tiene que moverse.
Cada escena debe aportar algo nuevo: un dato, un giro, una emoción.
Si una escena no empuja la historia hacia adelante, tal vez debas reemplazarla.
Sumá giros inesperados, decisiones difíciles, momentos de tensión.
Eso mantiene al lector atento… y con ganas de seguir leyendo.