Una historia que se estanca es una historia que se pierde.
Cada escena tiene que tener un propósito: hacer avanzar la trama, profundizar un conflicto, revelar algo nuevo.
Si una escena no aporta nada… ¡reemplazala!
A veces nos encariñamos con ciertos momentos, pero si no suman, restan.
Pensá la trama como un río: debe avanzar, cambiar, sorprender.
Evitá que la historia se vuelva predecible. Agregá tensión, urgencia, obstáculos. Y, sobre todo, escribí con pasión. Si vos lo sentís, el lector también lo va a sentir.